jueves, 14 de agosto de 2008

El Tramoyista y el Verdugo

De la guillotina sobre mi cama, con gusto entrego la palanca.
A todos o ¿a quién?.

El deseo ajeno no conozco: ¿Elevar la hoja infinitamente más alto, más lejos por siempre, o, a su debido tiempo, dejarla caer mientras duermo? ¿Mientras sueño quizás? Peor.

Si ocultás en tu espalda poleas o capuchas, por ahora no me importa. Por ahora sonrío, por ahora está bien.

A veces el tramoyista se cubre de negro y el verdugo se pasea por el teatro.

Con gusto entrego la palanca. Tranquilo duermo.

1 comentario:

~H~Herberth~H~ dijo...

Confiar en la gente es una mala idea, menos si lo haces con aquello que más aprecias. Pero de eso se trata esto no? ¿El averiguar quien soy? ¿adonde voy? ¿con quien?
Solo si se está seguro de la respuesta a esa última pregunta es tal vez posible dormir tranquilo con la afilada hoja colgando sobre tu cuello.